sábado, 6 de junio de 2009

Como Posesionarse del Papel


Es nuestro oficio, uno lleno de retos, de laberintos psicológicos, de trampas puestas por nosotros mismos e indiscutiblemente de mucha satisfacción, paradójicamente. Y digo paradójicamente porque una paradoja siempre nos deja una pregunta, o muchas. ¿Será posible establecer un camino seguro, sistematizado, ordenado e infalible hacia el éxito o la eficacia casi total, en un quehacer tan subjetivo cómo el nuestro? Un oficio en donde “la opinión” es por tradición, la gran vara con que somos medidos, no sólo por el director o el público, sino por nosotros mismos, corriendo siempre el riesgo de ser engatusados vilmente por nuestro orgullo y egocentrismo, que no es para nada escaso entre los de nuestra clase (incluyéndonos). ¿Cómo llegar a la verdad, sin que este triunfo sea una coincidencia maravillosa, ni una suerte de condiciones casuales, sino una técnica depurada, acompañada por una gran convicción de “ser”?
Respecto de las posibles respuestas a este marasmo de preguntas que nos asaltan en nuestro quehacer actoral, Stanivlsaki nos proporciona luces de faro en un gran mar oscuro.

Lo primero que se nombra es la Imaginación, toda aquella parte de la técnica que ya conocemos intuitiva y hasta podríamos decir académicamente, pero que con mucha claridad Michael Chéjov nos trae nuevamente, coloreado con nuevos colores. Es entonces la parte más entusiasta del duro proceso de creación de un personaje, es el momento de dar rienda suelta a todas esas cosas que pensamos que podría hacer, decir o no decir nuestro personaje, basándonos en lo que la autor a través del texto nos deja vislumbrar en cuanto a lo que podría ser este nuevo ser, que ambicionamos traer a la vida. Se imagina, se intuye, se analiza cuál podría ser la cualidad general o las cualidades que le den la calidad del material del que estará hecho nuestro personaje y a través de estas cualidades, de la puesta en práctica del hecho de percibirlas y sentirlas propias realmente, se llegará entonces a unas sensaciones, que junto con las primeras empezarían a despertarnos nuestros sentimientos artísticos. Hasta aquí seguimos más o menos el método tradicional que por intuición o por orientación académica implícita, hemos practicado en nuestra escuela. Por eso es tan imprescindible tener una buena orientación en cuanto a nuestra impresión sobre el personaje y nuestro enamoramiento hacia él. La gesticulación Psicológica (gs), la entiendo como el conjunto de pequeños estímulos e imágenes internas que apoyan, los llamados sentimientos artísticos, pero es fundamental ver como ese flujo y reflujo interno se ve afectado por la relación con los demás personajes y las situaciones en que se encuentra a lo largo de la presentación. Stanivsalski propone llevar apuntes de cada movimiento físico e interno del personaje en las primeras exploraciones e improvisaciones. Esto sería interesante a manera de investigación, de observación con rigor científico, de seguimiento a una evolución o posible involución del trabajo. Repetir los movimientos una y otra vez hasta que se sientan naturales no sería muy conveniente, si se siente que esos movimientos fijados fueron lo primero que se encontró o el resultado de una búsqueda errada. En nuestro montaje “PROYECTO PILOTO”, de Enrique Buenaventura, no hemos utilizado esta técnica a nivel grupal y en lo que nos concierne, tampoco a nivel personal, quizás hemos tenido grandes falencias en cuanto a fijar, pues necesitamos muchísimo tiempo en la exploración y nuestros múltiples compromisos académicos, nos restan tiempo y espacio para ella. En nuestro caso particular, podríamos utilizar el repaso de las sensaciones, el nuestra casa, como dice Chéjov a modo de actividad interna, observadora de las sensaciones que generen nuevos sentimientos, dentro de nuestra búsqueda.

Algo que he observado que nos hace falta unificar y tener claro como grupo es el Superobjetivo de la obra “PROYECTO PILOTO”; ese por qué fue escrita, qué superintención, qué imagen generadora de sentido abordó al autor para escribirla; es esto fundamental, de lo contrario pareceremos retazos -a veces hermosos, a veces lamentables- de distintas cosas que no guardan relación. Es este el objetivo principal, que pasa por encima de los objetivos de las escenas y de los personajes, aquello que queda después que cae telón, cuando la verdadera obra comienza y empieza a ser arte.
El superobjetivo del personaje debe tenerse claro a lo largo de toda la obra, como un ir y venir incesante que se apodera de nuestro personaje, así aún no lo haya alcanzado. En cada gesto, cada movimiento, las sensaciones artísticas del actor deben estar en contacto con el superobjetivo de su personaje, de lo contrario sucederá, como nos ha pasado a menudo: Nos mantendremos pasivos durante casi toda la obra y sólo seremos notables al espectador, en el momento que nuestro personaje, salga a conseguir su objetivo explícitamente; cosa que suele ocurrir muy a menudo con los personajes de las Muertes, en nuestro montaje.

El Cuerpo Imaginario, técnica muy interesante en donde vemos objetivamente al ser, nos lo imaginamos con todas sus características físicas, verlo andar, sentarse y luego nos las ingeniamos para vestirnos con su cuerpo y a partir de esa sincera relación, vendrán en cascada muchos ricos elementos para nuestra construcción. En cuanto a la técnica del Centro imaginario, en nuestra escuela creo que necesitamos aún un grado de abstracción mental y de distanciamiento con la razón, para que técnicas como estas puedan surtirnos resultados, más allá de la simple impresión.

La música como factor de evolución social y humana

El documento hace una breve descripción del papel que ha tenido la música en las sociedades a través de la historia, resaltando el poder sanador y purificador, al que alguna vez aludió Pitágoras. Describe de manera muy sintética la evolución que la música ha tenido dentro del entorno social, o más bien hace un pequeño mapa de los lugares que ha ocupado –a través de los tiempos-, en la vida del hombre. Un momento que me parece definitivo en este recuento histórico que se realiza en el documento, es aquel en donde pequeños grupos dentro de las comunidades primitivas, comienzan a especializarse en la ejecución de la música, dando origen a algo que podríamos llamar una nueva era de la música, -afortunada o desafortunadamente-, alejándose cada vez más del rito social, mientras por otro lado las comunidades optaron por desarrollar música acorde a sus conocimientos y necesidades sociales. Sería apresurado sentar una posición de respaldo o de desacuerdo, con un documento que toca el tema histórico de manera muy somera y a grandes rasgo; sin embargo, podríamos respaldar esta mirada afirmando que la música, al igual que otras disciplinas del arte, da cuenta del momento histórico y social que se vive, del conflicto humano interno del creador (artista) y de las inquietudes de una época. Emulando las palabras del gran Poeta y Dramaturgo, Federico García Lorca refiriéndose entonces al teatro, y aplicándolo a todas las disciplinas de arte, afirmaríamos que: “el teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre. Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hace esa horrible cosa que se llama matar el tiempo.”. Sabemos de sobra que las particularidades y las diferencias entre las dos disciplinas saltan a la vista, pero también es cierto que en esencia lo que Lorca afirma, es válido para las dos de alguna y otra forma. ¿De qué sirve la belleza si es encerrada en un cuarto oscuro en donde no conmueve nada, no fascina nada, ni es sublime, ni trasciende en el alma de los hombres? Es cierto que el desarrollo de las técnicas fue dando prestigio a los autores y poco a poco la música culta fue alejándose del pueblo; también es cierto que el monopolio que tuvo la iglesia y la monarquía sobre la música la convirtió en una delicia, en un bien, que podríamos llamar privado, traicionando esa característica de manifestación cultural de un colectivo que la utiliza como un medio para reconocerse, expresarse y encontrarse; para terminar convirtiéndose en un fin de unos pocos y en un goce de privilegiados; sin embargo, nunca dejó de ser ese sentimiento humano que habitaba al menos en el espíritu del hombre que la componía y los nombres que llegan hasta nuestros días, son precisamente aquellos que fueron revolucionarios en su quehacer y no se limitaron a complacer los caprichos de una clase privilegiada.
Se abre entonces la gran brecha entre la música popular y la música “culta”, pero aquí se tienen varias apreciaciones al respecto. En primer lugar debemos plantear el siguiente interrogante: ¿Es la música que se escucha hoy en emisoras radiales realmente “música popular”?, si entendemos lo popular, como algo que se construye en sociedad, un producto social, una manifestación cultural natural, que toma elementos de su historia y sus raíces, dando como resultado un aire musical representativo de una región o cultura y con una intención clara en cuanto a las letras (si es el caso) de las canciones; tendríamos dificultades para distinguir música popular de “música comercial” o “música de consumo” o peor aún “música desechable”, porque cabe anotar que muchos ritmos son impuestos al “mercado” oyente y como todo lo impuesto se va desmoronando, se consume, se agota, se jacta y desaparece sin dejar la más mínima huella. Lo contrario que pasa con la verdadera música popular y clásica, cuyas creaciones hacen parte de un proceso histórico y siguen siendo vigentes en nuestra sociedad y si desaparecen, lo hacen dejando un legado y viviendo en las distintas expresiones musicales que conservan elementos importantes de ellas.
En segundo lugar, podemos observar en las tendencias contemporáneas de la verdadera música popular, (y otros casos aislados en la historia) el interés de fusionar –con éxito o no, eso no he de juzgarlo yo- la música culta con otras expresiones musicales, entremezclando algunos elementos de parte y parte o incluyendo instrumentos clásicos en ejecuciones de música popular. Esto podría ser una salida para afrontar el reto final que la autora del artículo nos plantea; ese reto que muy seguramente ya nos hemos planteado en reiteradas ocasiones todos aquellos que nos autodenominamos amantes de la música… ¿podría ser?...tendremos que averiguarlo.